viernes, 24 de diciembre de 2010

PINZÓN VULGAR

Pinzón Vulgar

Fringilla coelebs

Al comienzo de la primavera el macho de Pinzón Vulgar Fringilla coelebs, es un pájaro con el plumaje muy llamativo. La frente es negra, el píleo, la nuca y parte de los hombros tienen color gris azulado; la espalda es pardo rojiza y el obispillo verde oliváceo. Los carrillos, la garganta y el resto de las partes inferiores poseen un tono pardo rosado brillante. La cola tiene la pareja central de rectrices gris pizarra y el resto de ellas son negras con bordes blancos, muy notorios en las exteriores. Las plumas de las alas son pardo negruzcas con bordes verde amarillentos. Una banda blanca es muy visible y junto con el gran parche, también blanco, de los hombros, son rasgos ambos inconfundibles a la, hora de identificar a este pájaro. El pico es azul plomizo con el extremo más oscuro y blancuzca la mandíbula inferior. Los tarsos y los pies son pardos y el iris de los ojos del mismo color.

El plumaje de la hembra es mucho más apagado. La cabeza y las partes superiores son pardo amarillentas, más oscuras o grisáceas en el centro del píleo. La espalda y el obispillo son verde amarillentos. Las partes inferiores tienen un tinte gris pardusco en el cuello. Las bandas blancas de las alas y hombros (cobertoras) no son tan nítidas como en el macho. El pico es pardo, más pálido debajo. Muchas al comienzo de la primavera tienen la cabeza ligeramente gris pizarra, color que se extiende hasta la nuca. Los jóvenes se parecen mucho a las hembras, pero hay en la nuca una mancha blanquecina. Los machos ya se diferencian de las hembras por tener la espalda teñida de castaño rojizo y el pecho menos pardo amarillento y más beige.

Prácticamente no falta en ninguna parte donde exista aunque sea un árbol aislado, pero la campiña abierta con árboles dispersos, bosques de especies caducifolias y perennes, parques y jardines, plantaciones de árboles frutales y zonas de monte bajo con grandes arbustos, son el hábitat favorito del Pinzón Vulgar durante la reproducción. Fuera de ella, a partir del mes de agosto, frecuenta también campo abierto, prados, rastrojeras, caminos, calles de pueblos y ciudades, muelles en los puertos de mar, pistas, etc.

Por el suelo camina con pasos cortos y rápidos, a menudo ligeramente agachado; sobre todo se observa esto en las hembras, que flexionan más las patas. También a saltos y a menudo volando en corto para cambiar de posadero. Es pájaro muy arbóreo durante la reproducción, pero más aficionado a posarse en el suelo en otoño e invierno, en especial las hembras. Para cantar los machos se posan en las ramas más altas. Tienen las parejas tendencia a frecuentar lugares habitados, proximidades de casas de campo, alquerías, zonas donde se acumula el estiércol, alrededores de graneros, silos, tolvas de descarga de cereales y también cerca de pajares y almacenes de hierba seca. Al volar lo hacen con marcadas ondulaciones, pero potentemente. En vuelo de migración son incansables y en un día pueden recorrer grandes distancias. Incluso cansados, son capaces de volar contra el viento, resguardándose de él con las irregularidades del terreno y la vegetación. Muchas parejas permanecen unidas y no abandonan su lugar de nacimiento o de cría, pero otros pinzones se agrupan y vagan por los campos formando bandos numerosos. Realmente se puede decir que fuera de la época de cría es un pájaro gregario que no tiene inconveniente en buscar la compañía de otros fringílidos, gorriones y escribanos. Generalmente se ven grupos de machos juntos, y por separado las hembras. Esto se acusa mucho más durante la migración. Los bandos o flujos migratorios son siempre de un solo sexo. Rara vez se ve entre los machos alguna hembra o un pequeño grupo de ellas. Lo inverso también es cierto. Cuando en Guipúzcoa y, en general, en todo el País Vasco se observa el paso de pinzones en el mes de marzo, el hecho es muy notorio y solamente durante 2-5 días ambos sexos se juntan en migración. La abundancia de pinzones en todo el continente europeo es muy grande, por lo que sus costumbres son bien conocidas y en algunos lugares las parejas muestran cierta mansedumbre, que queda en cierto modo desmentida cuando se coge este pájaro en la mano.

La llamada usual del Pinzón Vulgar es un fuerte y metálico ¡¡chink-chink, chink!! que repite insistentemente si está alarmado o muy espaciadas las notas si el macho llama a la hembra. Este sonido recuerda a otro similar emitido por el Carbonero Común, Parus major. En vuelo invariablemente lanzan macho y hembra un débil, pero bien audible ¡¡tsip, tsip...!! En febrero los machos emiten repetidamente un agudo y fuerte ¡¡chuit!! o también ¡¡uit!! en cierto modo sibilante.

El canto típico tiene variaciones individuales y regionales, pero esencialmente está formado por dos o tres notas repetidas durante 2-3 segundos y terminadas en un más breve floreo que se eleva de tono al final. No excesivamente musical, sí resulta muy monótono cuando se le escucha por mucho tiempo. Los machos cantan desde un alto posadero con extraordinario vigor y, en buenas condiciones acústicas, se oyen con facilidad desde 400 metros y a veces más. Machos con gran celo repiten su estrofa hasta nueve veces por minuto, pero generalmente no más de seis veces. Las hembras cantan en tono bajo, ocasionalmente, una corta retahíla que quiere recordar la misma del macho. Los machos pueden cantar casi todo el año. La mayor intensidad se produce entre febrero y los primeros días de julio. Mayo registra el mayor vigor y después del silencio de julio y agosto, hay una ligera reactivación en septiembre y primeros días de octubre. Canta normalmente desde un posadero alto, pero también posado en la rama baja de un árbol, sobre el tope de un arbusto y también, no rara vez, desde el suelo de una carretera.

La dieta alimenticia es muy variada. Fuera de la época de la reproducción, las semillas de plantas gramíneas son fundamentales. Newton (1972) estima que, una con otra región, más de 100 especies de semillas diferentes se han advertido en su comida. Le atraen especialmente las semillas de los hayucos, pero como estos frutos del Haya, Fagus sylvatica, no son constantes en su desarrollo y hay años en que apenas se producen, los pinzones buscan alimento en cualquier parte, sobre todo en tierras cultivadas, rastrojeras y prados. Igualmente en el suelo de los bosques de especies caducifolias. Los granos de los cereales les atraen con fuerza y los pájaros se congregan en las proximidades de silos, muelles, cintas transportadoras, máquinas cosechadoras, etc. Sin embargo, la mayor parte de la alimentación está basada en semillas silvestres. Plantas tan abundantes en los campos como Sinapis, Brassica, Chenopodium, Polygonum, Stellaria, Cerastium, etc., son fundamentales en la dieta invernal y otoñal del pinzón. Muchas de estas semillas que caen de las plantas no son visibles para el ojo humano y, como gran parte de ellas no germinan, quedan en el suelo formando un tapizado que puede durar años y constituir una reserva estimada en varios centenares de millones por hectárea. Al arar la tierra muchas quedan al descubierto. Es así que no son solamente los insectos los que atraen bandadas de pájaros a las tierras preparadas para el cultivo. Collinge estima en un 75 por 100 del total la alimentación de origen vegetal y el 25 por 100 restante a base de insectos comidos, sobre todo durante la primavera. Come asimismo huevos de caracoles, arañas, lombrices de tierra, y en las pomaradas se ven pinzones picotear las manzanas caídas en el suelo.

La reproducción comienza a finales de abril. Pero los pinzones viejos que han criado por lo menos un año, ya están en su territorio en enero. Los machos que crían por primera vez no suelen llegar hasta febrero e incluso algunos después. Regularmente un macho joven se establece en un territorio vacío un mínimo de ocho a quince días más tarde que uno viejo del territorio vecino. Al principio se mueve inquieto por entre las ramas de los árboles lanzando su típico ¡¡chink, chink!! y alterna períodos en que se le escucha una especie de seudocanto en tono muy bajo, con frecuentes estancias en el suelo del campo o camino próximos para comer.

El Pinzón Vulgar es un pájaro eminentemente territorial y fiel a su lugar de nacimiento. Con el anillamiento he comprobado que las parejas que pasan el otoño e invierno vagando por los campos, regresan en enero y febrero y ocupan su vieja parcela. Los machos son muy agresivos y defienden el territorio persiguiendo encarnizadamente a los intrusos o a los vecinos que se acercan demasiado. Los primeros días se hacen notorios solamente por la mañana, pero conforme el mes de abril se aproxima ya no se mueven del lugar. Las hembras viejas (que criaron por lo menos una vez) arriban en marzo y a veces antes, pero las jóvenes que son atraídas por el fuerte canto de los machos noveles, no aparecen y se emparejan hasta abril y aún después. Las parejas permanecen juntas normalmente hasta seis semanas antes de comenzar la nidificación. Durante este tiempo los cortejos del macho a la hembra pasan de una gran actividad, hasta quedar completamente oscurecidos por la general agresividad que se observa entre ambos miembros de la pareja, quizá mayor por parte de la hembra, que no permite que el macho se acerque. A menudo, sin embargo, comen juntos en el suelo. Newton (1972), Hinde (1955-56) y otros ornitólogos han descrito estas situaciones con gran lujo de detalles e interpretaciones. El macho que ocupa un territorio y ya está emparejado, no lo abandona si la hembra perece. Una de éstas, de dos años, que murió atropellada por un automóvil en la carretera que cruzaba el territorio, estaba anillada, lo mismo que el macho. El hecho permitió comprobar que éste último no abandonó la zona y se emparejó quince días más tarde con otra hembra no anillada y de un año de edad.

La hembra construye sola el nido. Tarda normalmente entre tres y dieciocho días en hacerlo y en ello influye mucho la lluvia y la edad del pájaro. Las jóvenes tardan más y un promedio puede estar en siete días. Los nidos observados estaban hechos con musgo fundamentalmente, hierba seca y alguna otra materia vegetal, unido todo con telarañas y decorado exteriormente con líquenes y trozos de corteza. El interior está forrado con pelos y alguna pluma, muy pocas. Son colocados casi siempre en árboles, a altura variable, pero tendiendo a ramas elevadas de árboles frutales o de adorno. A menudo a gran altura. Los primeros están ya totalmente construidos en la última semana de abril, pero más corrientemente en los primeros diez días de mayo y aún después. Los anteriores a estas fechas son ocasionales y coinciden invariablemente con unas condiciones meteorológicas muy buenas. La puesta normal es de 4-5 huevos y hay algunas de 6 y 7, pero muy raras. Su cáscara es lisa y brillante y tiene color azul pálido, variablemente teñidos de rosa y rayados o manchados con puntos pardo rojizos, o pardo violáceos, teniendo las manchas un cerco más claro rosado. Otros tienen rayas y dibujos negruzcos. Algunos casi carecen de punteado. Jourdain, para 100 colectados en Gran Bretaña, obtuvo un promedio de 19,86 x 14,59 mm., con un máximo de 22,9 x 14,5 mm. y un mínimo de 17,1 x 13,7 mm. D'Almeida, para 11 del norte de Portugal, da una media de 19,2 x 14 mm., con extremos de 18 a 20,9 x 13,7 a 14,5 mm. Solamente la hembra incuba y lo hace durante 11-13 días, empezando con la puesta del penúltimo huevo. Los pollos al nacer tienen plumón gris pálido, largo y abundante. El interior de la boca es rojo carmín, con el paladar anaranjado. No hay puntos oscuros en la lengua; las comisuras son blancas. Ambos adultos los alimentan con orugas pequeñas casi siempre y a los 13 o 14 días dejan el nido (11-18 días Newton). Todavía son colicortos e incapaces de volar. Por lo menos durante otros 15-20 días continúan siendo atendidos por los padres. No pocas parejas hacen dos crías en cada temporada.

El Pinzón Vulgar es el fringílido más abundante en Europa. Su área de reproducción se extiende por todo el Continente, excepto en el extremo norte de Escandinavia e Islandia. Prácticamente no falta en ninguna parte donde exista aunque sea un árbol aislado, pero la mayor densidad es alcanzada en los bosques no muy densos de especies caducifolias. En hábitats favorables el número de parejas permanece corrientemente estable y es en otros lugares menos favorecidos donde se aprecia una marcada oscilación de un año a otro. En la Península Ibérica, con ser abundante, no alcanza las grandes densidades que tiene en centroeuropa. En estudios y censos de parejas realizados en Holanda se obtuvo un número de 66-87 parejas criando en un área de un kilómetro cuadrado. Mayores densidades se calcularon para Fenoescandia, donde oscilaban entre 49-145 parejas para un kilómetro cuadrado de bosque caducifolio, 20-102 en abetales y 12-29 en pinares. El tipo de alimentación del Pinzón Vulgar, a base de semillas, lo hace muy vulnerable a los plaguicidas. Los frecuentes tratamientos para combatir insectos y sobre todo plantas parásitas con herbicidas altamente venenosos, no hay duda que influirán grandemente en las poblaciones de este pájaro.

Una parte de la población europea inverna más al Sur de su área de reproducción. Iberia es receptiva de millones de pinzones que comienzan a llegar en los últimos días de septiembre. El paso es algunos días espectacular en el extremo occidental de los Pirineos. Las rutas de entrada difieren algo de las de salida en primavera, pero solamente están separadas entre sí por varios centenares de metros. Todos nuestros campos se llenan de pinzones europeos, entre los que, sin duda, habrá muchos de los nativos que temporalmente, de octubre a enero-febrero, desaparecen de su territorio habitual de cría. Es indudable que existe cierto erratismo o, digamos mejor, una trashumancia invernal, que lleva por lo menos a las poblaciones del norte de Iberia hacia zonas situadas más al Sur. El anillamiento puede revelar algo a este respecto. El movimiento primaveral de los pinzones europeos y no pocos nativos comienza a sentirse en la última semana de diciembre en una amplia franja que alcanza desde las provincias andaluzas de Cádiz y Huelva hasta Galicia y Asturias. Parece haber cierta tendencia a concentrarse mayoritariamente en campos costeros. En febrero la densidad en el noroeste ibérico es muy grande, y se aprecia bien por encima de una línea ideal que va desde Navarra a Badajoz. El paso en el mes de marzo por el País Vasco (Noval, 1967), primero los machos y después las hembras, éstas en la última decena del mes, constituye en algunos puntos de la región un maravilloso espectáculo.

Con tiempos fríos y lluviosos en el mes de octubre, si siguen a ellos días más templados, es frecuente ver en Cabo Higuer (Fuenterrabía, Guipúzcoa) un gran contrapaso en dirección a Francia. Con tiempos duros del Norte, la entrada de pinzones procedentes de los campos franceses y probablemente ingleses y alemanes, es muy grande, pero una vez pasadas las circunstancias que obligaron a su desplazamiento al Sur, regresan inmediatamente hacia el Norte. También en Levante y Baleares hay numerosos invernantes. En las islas solamente se reproduce en Mallorca y Menorca y no hay evidencia de que la población local emigre en el otoño.

A partir de la segunda mitad de septiembre ya se ven agrupados en los campos andaluces. García Rúa (1975) observa pinzones a finales de septiembre cerca del Estrecho de Gibraltar y los bandos son numerosos en las proximidades de la playa de Tarifa en el mes de octubre. Thiollay y Perthuis (1975) recuentan en los primeros veinte días de octubre, desde dos puestos de observación, más de un millar volando hacia el Norte de Africa, donde es invernante numeroso, pero no proporciona una llegada otoñal espectacular y como los demás fringílidos únicamente en días de fuerte viento se acusa más su presencia (Pireau y Giraud-Audine, 1976).

LUGANO

Lúgano

Carduelis spinus



Lo primero que llama la atención cuando se observa un macho de Lúgano Carduelis spinus es el color negro de la parte superior de la cabeza y la cola muy escotada y en la que la parte basal de las rectrices es amarilla excepto las dos centrales que son pardo negruzcas. El dorso y las plumas escapulares tienen color verde amarillento y están ligeramente rayadas de negro; el obispillo es verdeamarillo no rayado y más llamativo, lo mismo que las franjas amarillas de las alas pardo negruzcas. Los carrillos son amarillos manchados de gris verdoso, la garganta tiene una mancha negra, el pecho es amarillo no rayado y el vientre blanco, ligeramente teñido de amarillo. Los amarillentos flancos lo mismo que las plumas debajo del nacimiento de la cola están rayadas de negro. La cantidad de negro en la cabeza varía de unos lúganos a otros y algunos carecen de la mancha negra del mentón y la garganta o la tienen muy atenuada.

La hembra es más pálida, menos amarilla y más rayada que el macho. Las partes superiores son gris verdoso rayadas de pardo negruzco, el obispillo verdoso amarillento también tiene rayas; la garganta y el pecho son blanco grisáceos teñidos en los lados de amarillo; las alas y la cola son como en el macho, pero el color amarillo no es tan vivo como en aquél.

Los jóvenes lúganos macho y hembra, tienen la cabeza y el resto de las partes superiores de color pardo rayado de negruzco; raya detrás de los ojos, garganta y lados del cuello blancos ligeramente manchados de amarillo y punteados de negruzco; el resto de las partes inferiores rayadas, no punteadas. Las alas como en los adultos, pero de coloración más apagada y notándoseles un tinte beige.

El Lúgano tiene el pico fino y puntiagudo de color pardo oscuro, siendo la mandíbula inferior algo más pálida. Las patas y los pies son pardo oscuro y el iris de los ojos negro. Con la única especie con la que podría ser confundido visto a distancia sería quizá con el Serín o Verdecillo Serinus canarius, pero éste, aparte de ser más rechoncho, tiene un pico más corto y grueso y la cola está mucho más ahorquillada. También el Lúgano es mucho más activo en sus movimientos y salvo cuando está en reposo formando grupos numerosos, se mueve inquietamente en las ramas altas de los árboles con frecuencia colgando de ellas invertido a la manera de los páridos en su afán por alcanzar las semillas de las pequeñas piñas del Aliso Común Alnus glutinosa que constituyen su alimento preferido. Existe mucha más probabilidad de confundir las hembras si algunos de los rasgos expuestos no pueden ser observados, pero entonces hay que acudir a las partes inferiores más blancas del Lúgano y sus alas negras con banda amarilla que siempre es muy notoria.

Su vuelo es rápido, pero como el de los demás fringílidos es notablemente ondulado. Puede volar a baja altura, pero prefiere hacerlo sobre los árboles o alto por encima de la campiña. Se oye antes que se ve, pues su piído plañidero es agudo y de gran alcance. Los lúganos vuelan en pequeños grupos o en bandadas numerosas, normalmente no superando los 50 ejemplares, pero en migración pueden contarse más en un solo grupo. Precisamente en primavera y otoño es muy gregario volando en bandos y posándose juntos en los árboles. Si pasa alto y algo le llama la atención se «descuelga» verticalmente posándose sobre una rama y permaneciendo allí unos minutos inmóvil. Los bandos lanzan su típico piído orientándose unos a otros en el camino a seguir y si uno se posa todos le siguen. Comen a menudo en el suelo, sobre todo en los rastrojos y entre la hierba.

Durante la época de la reproducción prefiere bosques de coníferas, en especial de abetos, pero también frecuenta los mixtos. En el otoño e invierno vive en toda la campiña y los alisos y abedules atraen su atención. En la Península Ibérica frecuenta toda la campiña y come en cualquier arbol con semillas y sobre todo en los extensos campos de rastrojo mezclado con otros fringílidos. Allí se ve picoteando las florecillas amarillas del Cardillo y en los campos el Diente de León. También otros numerosos cardos y las semillas de innumerables plantas parásitas que nacen en los sembrados. Sienten también atracción por las Artemisas Escobilla parda y Hierba de San Juan, las acederas, etc. En gran parte de su hábitat las semillas del Abeto falso o rojo forman la parte principal de su dieta a comienzos de la primavera y cuando retornan de sus cuarteles de invierno, los lúganos se concentran en los lugares donde la cosecha ha sido buena.

Resulta difícil describir la nota o piído doble de llamada de este pájaro. Lo que más puede atraer la atención es el tono lastimero con que lo lanza y sobre todo el gran alcance que tiene, oyéndose a gran distancia. En vuelo y cuando se va a posar cerca de otros lúganos emite un duro y áspero, no musical, ¡¡chrrr, chrrr!! Su canto es un dulce y sostenido gorjeo, bastante musical y agradable que estos pájaros emiten muy a menudo a coro. Cantan desde lo alto de la rama cimera de un árbol, pero también en vuelo de celo. Durante la migración primaveral se estacionan los días lluviosos o nublados en arboledas y plantaciones de frutales, cantando muchos a la vez y formando una auténtica algarabía. Su canto durante el invierno es bastante frecuente y una vez que los lúganos han terminado sus correrías por los campos, se posan en las ramas y allí muchos cantan, aunque, por supuesto, no lo hacen con la fuerza y brillantez con que se escuchan en primavera. Algunos ejemplares incorporan a su canto largos trinos como de canario y realmente los hay que cantan de manera extraordinaria

Aun antes de terminar la migración y de que los pájaros lleguen a su habitual territorio, comienza a notarse el celo. Los machos se atacan entre sí y el grado de agresividad en los grupos ha aumentado y se ha hecho muy notorio. Lógicamente no todos los lúganos tienen la misma intensidad en el celo y muchos no lo demuestran hasta que ya han alcanzado sus habituales lugares de reproducción. Newton (1972), ha estudiado bien las representaciones en el cortejo de los fringílidos y la postura clásica del macho de Lúgano en presencia de la hembra incluye el erizado de las plumas negras del píleo y de las amarillas del obispillo mientras deja las alas colgando, infla el pecho, abre la cola, canta y lanza una nota crujiente con insistencia. También tiene un vuelo de celo, que si no es tan espectacular como el del Serín o Verdecillo, sí se parece mucho al de los jilgueros Carduelis carduelis, volando de uno a otro árbol y ocupando siempre la rama más alta.

A partir de los primeros días de abril las hembras comienzan a construir el nido con ramas pequeñas y finas, sobre todo las musgosas o con musgo pegado, líquenes, lana, plumón y pelo. El nido es muy pequeño y suele estar situado en una rama horizontal, muy a menudo al extremo de ella, en un pino o en un abeto. Resulta muy difícil de encontrar, aunque estos pájaros a menudo crían en pequeños grupos unos cerca de otros. La puesta oscila entre 3 y 5 huevos, rara vez 6 y posiblemente no son raras las de 2 huevos. Tienen color blanco, azul claro o gris con algunas manchitas pardas o rojizas, rayas finas y ocasionalmente con puntos oscuros. Para 100 huevos obtenidos en Gran Bretaña, Jourdain da un promedio de medidas de 16,4 x 12,3 mm. con un máximo de 18,5 x 12,4 mm. y un mínimo de 14,7 x 12 mm. La incubación que empieza con la puesta del penúltimo o último huevo, dura 11-12 días y sólamente la hembra toma parte en ella, siendo alimentada por el macho con bastante asiduidad lo que puede ser una ayuda para encontrar los diminutos nidos de esta especie entre el ramaje. El macho al llegar cae sobre el nido directamente y también sale de él hacia arriba sin tomar precaución alguna ante la presencia de los intrusos. Ambos adultos alimentan a los pollos, pero la hembra lo hace sola los 3 primeros días, a veces únicamente durante un día. Los padres regurgitan en la garganta de aquéllos la pasta formada. Mientras colectan la comida en un campo o en el bosque acumulan en su buche semillas de gramíneas y árboles junto con insectos. Una vez llenos beben unos sorbos de agua y recogen algunas partículas de piedra, después vuelan al nido y regurgitan toda esta masa en las bocas abiertas de los pollos. La comida no está predigerida ni siquiera impregnada con secreción especial, pero sí con mucus, que puede aportar alguna proteína extra y agua a los jóvenes (Newton, 1972). Los pollos permanecen en el nido por lo menos 15 días y cuando lo dejan sus plumas están entre la mitad y las dos terceras partes de su crecimiento. Durante 4-5 días más, los jóvenes permanecen posados en una rama y hay considerable mortalidad entonces. A los 30 días están ya completamente emplumados y forman pequeños bandos junto con los adultos si éstos han criado ya por segunda vez. La segunda puesta se inicia normalmente en el mes de junio, pero huevos recién dejados pueden encontrarse en los primeros días de julio. La mayor parte de los pollos o jóvenes observados o capturados en la Península Ibérica lo fueron en el mes de julio. Parece, por lo tanto, probable que las segundas puestas se producen a partir de la segunda semana de junio. Jóvenes volanderos también han sido encontrados en el mes de abril en la provincia de Cuenca, lo que es un notable hallazgo para esta especie.

El Lúgano se reproduce en gran cantidad en los países del norte de Europa. En Rusia llega tan al norte como la región de Archangel. En Noruega su área de cría se extiende un poco más allá del Fiord de Trondheim y es más abundante en todos los bosques de coníferas de la zona montañosa interior. En Suecia es pájaro común, sobre todo en los bosques del centro del país y lo mismo sucede en Finlandia, donde, sin embargo, no llega tan al Norte como en la Laponia rusa pues se ha conocido como reproductor hasta la misma Península de Kola (Bannerman, 1953). También en Gran Bretaña e Irlanda. En Europa central el Lúgano se reproduce en Dinamarca, Holanda, Bélgica (local), este de Francia y es muy local en montañas de los Pirineos, Cerdeña, Italia, Yugoslavia, Asia Menor y el Cáucaso. Es especie netamente migradora y algunos años irruptiva. A partir de finales de septiembre los lúganos que han criado en el norte de Europa e incluso en Países Bálticos y del centro del Continente, inician un movimiento amplio y masivo hacia el Sur y Sudoeste. La llegada a la Península Ibérica se produce anualmente en el mes de octubre, y sólo de forma ocasional se ven algunos en septiembre. La entrada es regular por ambos extremos de los Pirineos, pero también por muchas zonas de las provincias de Navarra y Huesca. Sin embargo, algunos años la llegada, bien en el otoño o en pleno invierno, puede ser masiva y considerarse más como invasión que como migración regular. Los lúganos que penetran por Guipúzcoa y Navarra se van extendiendo hacia el Oeste por toda la campiña Cantábrica, pero no faltan tampoco en tierras del interior de la Rioja y Aragón e incluso en Baleares. Unos años el paso es rápido y la presencia de estos pájaros no va más allá del mes de diciembre en las provincias norteñas quedando pocos invernantes. Paulatinamente descienden hacia el Sur y Sudoeste y en Andalucía son en diciembre y enero muy abundantes. Muchos atraviesan el Estrecho de Gibraltar y alcanzan el norte de Africa. Allí (Balsac y Mayaud, 1962) es observado en número variable a partir de noviembre y alguna vez en octubre. Uno, anillado en Baden (Alemania) fue capturado en Port Lyautey (Marruecos nororiental) en abril y otro de Hesse en Kenitra en febrero. Uno más, anillado en Bélgica, había alcanzado Ceuta a finales de octubre. Bannerman (1953) considera que este pájaro tiene un status al otro lado del Estrecho similar al que posee en Andalucía en invierno y lo cita como numeroso en ocasiones cerca de Tánger. Sin embargo, hay que decir que en todo el sur de Iberia el pájaro es común y la mayoría de los que penetran por el Pirineo para invernar descienden hasta el Sur. Solamente en años de llegadas extraordinarias son abundantes en los inviernos norteños. En algunos lugares de España y Portugal se ha llegado a asegurar, creo que con poco fundamento, que las masivas llegadas de lúganos se producen cada siete años. De hecho hay que afirmar que desde hace 15 años este pájaro ha aumentado de forma considerable como invernante en nuestra Península. Esto no impide que algunos años sea verdaderamente extraordinaria su abundancia, pero la periodicidad no ha sido probada. En el invierno de 1959-60 se produjo una invasión en Guipúzcoa, Santander y Asturias. La abundancia de lúganos se observó en Andalucía, Extremadura, toda la zona Cantábrica, Aragón, Levante, Cataluña e incluso en Baleares. En el invierno de 1961-62 también se vio numeroso en lugares y regiones no habituales, pero no en la cantidad de 1959. Desde entonces la invernada en el norte de Iberia es normal, pero en cantidad que oscila mucho de unos años a otros. Regularmente el paso primaveral se comienza a notar en los primeros días de marzo y ocasionalmente en febrero, cuando millares de lúganos se van concentrando en arboledas y plantaciones extensas de frutales de toda la costa Cantábrica. Parece esto indicar que muchos lúganos regresan a sus zonas habituales de cría en Europa por el mismo camino que han seguido en la migración otoñal, pero naturalmente en sentido inverso. El paso por Vizcaya y Guipúzcoa, sobrevolando después los pinares de Las Landas en Francia, es ya un hecho tradicional en el País Vasco. Normalmente la mayoría atraviesan los Pirineos entre el 12-15 de marzo y el 30 de abril. Fechas anteriores son también frecuentes. Primero lo hacen en compañía del Pinzón Vulgar Fringilla coelebs y después del Jilguero. Muchos continúan pasando todavía en mayo, pero no más allá de la segunda semana de este mes.

Tan copiosa invernada de lúganos y su vagabundeo por todos los campos ibéricos, en especial en el sur de Portugal, Extremadura y Andalucía, produce innumerables recuperaciones de anillados como consecuencia de ser una de las especies que más sufre la actividad de pajareros y escopeteros. Su mansedumbre es proverbial y acercarse a él es fácil y más todavía conseguir que los bandos acudan a la llamada de un reclamo o al movimiento de un cimbel. Muchos anilladores españoles han marcado estos pájaros, pero Cruz Valero en Badajoz ha obtenido el mayor éxito contabilizando numerosas recuperaciones en Italia en los meses de octubre y noviembre, en Francia en octubre, en el País Vasco en octubre, abril y junio, etc. Paralelamente, las recuperaciones de lúganos anillados en prácticamente todos los países europeos son muy abundantes (Noruega, Suecia, Alemania, Checoslovaquia, Suiza, Holanda, Bélgica, Francia, etc.). Uno anillado en Asturias en paso otoñal, fue recuperado meses después en Cabo de Gata (Almería). En Oviedo, otro que entró por la ventana de una casa llevaba una anilla colocada en Rusia. Hasta 1972 se habían anillado en la Península Ibérica más de 5.000 lúganos, habiéndose recuperado muchos lejos de nuestras fronteras. Los que se anillaron al paso primaveral por Guipúzcoa, dieron alguna captura en los países escandinavos. Uno recorrió en 20 días nada menos que 2.400 km., pensando que hubiera seguido una línea recta, que con seguridad no fue seguida por el pájaro hasta llegar a Suecia.

La reproducción en España del Lúgano ha sido bien comprobada en numerosas ocasiones. Más por la presencia de jóvenes recién salidos de los nidos que por el hallazgo de éstos. Observaciones de adultos en los meses de junio y julio pueden no pertenecer a una población establecida desde que este pájaro es frecuentemente enjaulado y no deben descartarse los escapados de cautividad e incluso alguno retrasado en la migración. Su cría en el Pirineo está bien comprobada y parece allí más frecuente que en otras zonas ibéricas. Aragüés (1964) anilló dos pollos de Lúgano en un nido encontrado en julio de 1963 en la Selva de Oza (Pirineo de Huesca). El mismo ornitólogo (1969) en julio de 1967 anilló tres lúganos en Castro Urdiales (Santander), dos de los cuales eran jóvenes del año que medían 70 mm. de ala y pesaron 11,1 y 12 gr. respectivamente. Una hembra adulta capturada en las mismas fechas midió de ala 73 mm. y pesó 14,1 gr. Estas capturas pueden guardar alguna relación con la posible nidificación en Vizcaya el mismo año de 1967. Ruiz de Azúa (1968) da cuenta de una captura de 6 jóvenes lúganos en el monte de Arraiz, próximo a Bilbao y posteriormente de otras dos crías. La fecha en el mes de julio y la presencia de lúganos adultos con los jóvenes, parece confirmar que aquel año en la zona Cantábrica fueron numerosas las parejas que anidaron. García Rúa (1974) capturó en Las Majadas (Cuenca) el 29 de abril de 1973 cuatro jóvenes y dos adultos macho y hembra. La zona estaba ocupada por un bosque de Pino laricio Pinus nigra con sotobosque de Enebro y Brezo y situado a unos 1.400 m. de altitud. La captura es extraordinaria tanto por el lugar como por la fecha tan temprana, inédita para Iberia, aunque no para zonas norteñas de su hábitat europeo. Más datos y observaciones no tan concretas harían interminable este ensayo y hay que concluir, por lo tanto, que el Lúgano es pájaro que se reproduce localmente en Iberia y probablemente con la misma irregularidad qué manifiesta en su presencia invernal.

CAMACHUELO COMUN

Camachuelo Común
Pyrrhula pyrrhula
El brillante colorido del plumaje del Camachuelo Común, Pyrrhula pyrrhula, son algunas de las cualidades que atraen la atención de este pájaro.
El macho tiene la cabeza de color negro intenso y brillante, que desde la nuca y por debajo dé los ojos rodea el pico formando bajo él, en el mentón, un corto y redondeado babero. Los lados de la cara, cuello, flancos, garganta y pecho son de un vivo rojo asalmonado. La espalda es gris azulada, la cola y las alas negras y el obispillo o rabadilla blanco puro, lo mismo que el vientre y las plumas infracobertoras caudales. En las alas hay una franja blanco-grisácea muy visible. En el macho la última secundaria tiene la mitad interior roja. En la hembra, la misma pluma posee coloración sólo rojiza o rosada. Tanto las alas como la cola tienen intenso brillo y un matiz azulado muy marcado. El pico es una de las características más acusadas en este pájaro. Muy ancho, corto y redondeado, la mandíbula superior con el culmen curvado y los bordes afilados, tiene color negro, excepto la base de la mandíbula inferior pardusca. Los tarsos y los pies son pardos y el iris de los ojos también pardo.
La hembra tiene el color negro de la cabeza, más mate y alas y cola menos azuladas que el macho y espalda gris, pero a la altura de las plumas cobertoras hay un tinte pardusco que puede desaparecer progresivamente por desgaste y muchas hembras en la primavera y el verano llegan a ser tan grises por encima como los machos. La franja gris claro de las alas está algo más difuminada y en determinadas posturas del pájaro con alas plegadas queda casi completamente oculta. El obispillo, vientre y plumas infracobertoras de la cola son también blancas, pero la garganta, lados de la cara, el cuello y el pecho, tienen un matiz pardo rosado intenso en el otoño e invierno que en muchas hembras pasa al café claro en la primavera.
Los jóvenes no tienen la cabeza negra, sino pardo oscura, lo mismo que la espalda y plumas escapulares. El obispillo es blanco con un ligero tinte beige. En las partes inferiores el color general pardusco está mezclado con amarillento, que es más pálido en el vientre. Las alas y la cola son negras como en los adultos y la franja alar es muy marcada y posee tono beige blancuzco. El plumaje de adultos lo adquieren entre agosto y octubre, mudando las plumas del cuerpo, pero no las rectrices de la cola, las plumas primarias y secundarias de las alas ni las cobertoras.
El Camachuelo Común habita bosques de especies caducifolias, coníferas, zonas con arbustos y árboles dispersos, huertos y plantaciones de frutales, eludiendo normalmente campo abierto, rastrojeras y eriales. Frecuenta sotobosques, riberas arboladas, jardines y parques, incluso en zonas urbanas y es más abundante en lugares próximos a cursos de agua. Es un típico pájaro de la campiña norteña que se reproduce desde el nivel del mar hasta el límite de los bosques de montaña. En la primavera prefiere zonas sombrías de los bosques de Haya, Roble, Abedul, Aliso, y linderos de bosques de coníferas. En algunas zonas tiene querencia por los grupos de fresnos. Al comienzo de la primavera y ya en los últimos días invernales, los huertos de frutales y plantaciones extensivas de melocotoneros, ciruelos, manzanos y cerezos le atraen especialmente. En el otoño es muy dado a comer sobre arbustos y matorrales frutos y bayas, y algunos como la zarza le proporcionan alimento hasta los últimos días del año. Entonces frecuenta más la campiña abierta, los jardines y huertos.
Pocas veces solitario, es gregario a partir de julio-agosto. Primero son grupos familiares de jóvenes que vagan cerca de su lugar de nacimiento. En agosto son muchos los que se observan formando pequeños bandos de cuatro-ocho pájaros jóvenes, entre los que con frecuencia hay algún adulto, a menudo un macho. Las hembras adultas son menos gregarias y más solitarias. Hasta los últimos días de diciembre los grupos de camachuelos jóvenes del año, ya mudados y adultos, vagan juntos, formando en sitios favorables por la abundante alimentación concentraciones de 8-20 individuos.
Los camachuelos se mueven entre los árboles y el follaje o los arbustos, realizando vuelos cortos y acompañándolos con continuas llamadas que mantienen unido el grupo. Al volar largas distancias de un bosque a otro o entre arboledas de un mismo valle o ladera, lo hacen con marcadas ondulaciones, pero su vuelo es directo. Durante él no cesan de llamar y al posarse suelen sacudir las alas con un movimiento espasmódico. Es pájaro activo e inquieto en las primeras horas de la mañana y al atardecer, pero perezoso y somnoliento durante largos intervalos. Con el plumaje esponjado pueden verse los grupos posados en ramas desnudas mientras algunos gorjean tenuemente. En momentos de gran actividad se posan en el tope de ramas de árboles o arbustos y desde allí llaman insistentemente mientras mueven la cola de un lado a otro. Quizá el tono bajo de su canto y el continuo movimiento errático no permiten al observador casual fijar su atención y poder seguir sus costumbres. Solamente se nota su presencia cuando quien conoce su llamada la escucha ocasionalmente al transitar por la campiña o si le vemos volar a lo largo de un matorral o seto o bien atravesando un camino o carretera, situaciones en las que el blanco obispillo es un rasgo que inmediatamente llama la atención. El Camachuelo se posa inmóvil y como encogido. Pero no siempre es así; también permanece erguido y vigilando o inquieto, agitando las alas y moviendo la cola, moviéndose acrobáticamente por entre el ramaje y adoptando posturas que no parecen propias de un pájaro de aspecto pesado. Otras veces revolotea cerca del suelo, manteniéndose en el aire casi cerniéndose sobre o al lado de una planta o arbusto. En el suelo se posa con bastante frecuencia y en él salta no muy ágilmente y se mueve ligeramente agachado.
Normalmente es muy manso cuando está en grupos. A partir de los últimos días de diciembre ya se suelen ver las parejas solitarias y su timidez aumenta, pero mientras comen en los frutales y arbustos aún permiten la aproximación del observador hasta pocos metros. Es así fácil de observar y puede verse muy bien la técnica empleada para comer los brotes tiernos de los árboles. No es un pájaro sensible al frío, porque su alimentación variada y arbórea le permite resistirlo fácilmente, pero sí lo es a la sed y al calor. Las zonas cubiertas de nieve son abandonadas pronto, sin embargo, y el pájaro sabe buscar y encontrar lugares ricos en alimento. Por la noche duerme en arbustos densos, con especial querencia por el Laurel, y Espino Albar. No es un pájaro madrugador y antes que él comienzan a moverse en la campiña el petirrojo, mirlo y chochín, pero es el más activo de los fringílidos en las primeras horas de la mañana.
La típica nota de llamada es un silbido corto emitido en tono bajo y lastimero y cuando está excitado, elevando ligeramente el tono, unas veces a intervalos casi regulares y otras juntando dos silbidos casi consecutivamente. A pesar de su aparente debilidad, esta llamada se escucha a considerable distancia. Su poder de concentración es muy grande y los pájaros no pierden el contacto entre sí en ningún momento. Si uno de ellos observa que el otro no acude a su llamada cuando él se aleja hacia otro lugar, insiste en ella y regresa, acercándose paulatinamente al lugar donde el otro permanece estacionado. Este fenómeno de intensa atracción es muy propio de los fringílidos, pero en ninguno tan acusado como en el Camachuelo Común, lo que permite realizar su captura con relativa facilidad. El hombre puede silbar en el mismo tono y el pájaro no diferenciarlo y acudir con igual presteza. Los pájaros jóvenes, antes de la muda en agosto-septiembre, responden 100 por 100 a la atracción de un semejante. Esta disminuye progresivamente, alcanzando un mínimo en, marzo-abril (40 por 100). Una vez formadas las parejas en diciembre-enero, éstas son más reacias en acudir a la llamada de otras. Cada uno de los camachuelos distingue bien la voz de su pareja, y una hembra o macho emparejados en el invierno permanecen unidos, si sobreviven, hasta comenzar la reproducción en abril. El anillamiento intenso, incluso con anillas de colores, ha permitido comprobar que, a pesar de coincidir sobre un comedero varias parejas, al disgregarse permanecen unidas las mismas.
Cuando los camachuelos comen sobre árboles o arbustos, al posarse cerca del nido para entrar en él a cebar los pollos, o mientras examinan un lugar que parece infundirles sospechas de peligro, lanzan unos débiles, pero muy audibles ¡ibib! repetidos muy continuadamente.
El canto es poco destacado por carecer de notas musicales. Es realmente un gorjeo sostenido intercalando notas raspantes y silbidos unas veces agudos y otras ásperos. Tanto el macho como la hembra cantan, aunque aquél lo hace más a menudo, pero la potencia de sus voces es muy similar. Cuando cantan inflan el plumaje la mayoría de las veces; si están posados en la rama de un árbol y observándolos de cerca se notan bien los estremecimientos del pecho y garganta, que van al unísono con silbidos disonantes que continuamente intercalan. La fuerza de este canto es pequeña y su poder de propagación escaso. A una distancia superior a 50-60 metros ya no se oye. En condiciones muy buenas, con fuerte humedad ambiental y sin viento, puede un macho en abril y mayo ser escuchado desde 80-100 metros. A menudo, sin embargo, no se oye a más de 30 metros. Canta todo el año, pero muy intermitentemente, y el sol y la buena temperatura pueden influir mucho para que se escuche durante el invierno. En ocasiones no se trata de verdadero canto, sino de un simple gorjeo que los pájaros pueden emitir a coro mientras reposan en las ramas de los árboles. Solamente se escucha a muy corta distancia, casi siempre estando debajo mismo. Desde cerca y mirando atentamente se ve muy bien cómo los continuos silbidos que parecen más bien suspiros les hacen inflar exageradamente la garganta e hipar con fuerza. Cuando el Camachuelo se irrita y se muestra agresivo con otro, lanza un sonido regañante imposible de expresar por escrito, pero que tiene un fuerte tono nasal.
Este pájaro come o descabeza las yemas, botones florales, flores, semillas y frutos de innumerables plantas, árboles y arbustos. Se ha observado comiendo Margarita de los Prados, Diente de León, Hierba de San Roberto, Cardillo, Ortiga, Avellano, Madreselva, Sauce, Zarzamora, Espino, Majuelo, Clemátida, Enebro, Lechetrezna, Frambuesa, Agracejo, Filipéndola, Ciruelo Silvestre, Brezo, Saúco, Tejo, Forsitia, Tojo, Pajarera, Mercurial, Botón de Oro, y observaciones incontables por su abundancia sobre plantas gramíneas. Entre los árboles, el Fresno, Abedul, Aliso, Alamo, Haya, Roble, Olmo, Serbal, etc., y también incontables observaciones sobre Pinus sylvestris, Pinus radiata y Pinus pinaster. Pero una especial mención hay que hacer de los intensos ataques que los camachuelos realizan sobre melocotoneros silvestres y cultivados, Prunus persica, en las últimas semanas del invierno. También los ciruelos silvestres y cultivados y los manzanos sufren esta depredación.
La técnica de comer brotes es muy especializada. Los bordes cortantes del pico facilitan la labor de cortar o quitar yemas y botones florales. De ahí el nombre de Cortabrotes, Quitabrotes, Esgromero y Picaflor, que se da en la región asturiana a este pájaro. Por el mismo motivo se le llama Cotonero en la zona de Baracaldo, Vizcaya (Ruiz de Azúa, 1961). Sin embargo, la forma especial de su pico le impide comer normalmente los grandes cardos y no los pequeños. Wright y Summers (1960) y Newton (1964-1972) estiman que cada Camachuelo puede cortar los brotes de un árbol frutal a razón de 30 o más por minuto. En el invierno la forma de comer es sistemática: un pájaro se posa en el tope de una rama y trabaja hacia el tronco arrancando las yemas hasta que al llegar al tallo leñoso vuela hasta el extremo de otra rama. Los destrozos que causa donde es abundante parecen ser cuantiosos y a causa de ello es muy perseguido en varios países europeos. El campesino del norte de Iberia conoce esta situación, pero nunca el pájaro ha sido tan abundante como para hacer temer que los daños sean irreparables.
El Camachuelo Común difiere mucho en su comportamiento durante el celo de los demás fringílidos. Siguiendo a Newton (1972) hay que considerar en general: a) La conducta sexual persiste durante todo el año, dominando las hembras a los machos. b) Las relaciones entre ambos miembros de la pareja se desarrollan con una absoluta discreción y lejos de cualquier mirada del observador, que pocas veces puede sorprenderlas; una pareja adulta que sobreviva al invierno volverá a criar junta. c) Los camachuelos son muy silenciosos y pasan fácilmente inadvertidos durante la cría. d) Los nidos están dispersos y solitarios. No hay conducta territorial evidente, ni defensa del territorio, ni conducta colonial. La pareja puede ignorar a un Camachuelo enjaulado colocado junto al nido. e) No hay vuelos de manifestación de celo. f) El canto posee una gran variación individual, es muy suave y carece de significado agresivo o territorial.
El cortejo nupcial puede empezar con un ataque simulado o efectivo de la hembra sobre el macho, que significa la formación definitiva de la pareja. En lo sucesivo faltará toda agresividad entre ambos adultos. Se ha observado muy a menudo la suavidad y el mimo con el que se conducen. El macho se acerca caminando de lado hasta la hembra con el pico dirigido hacia ella y la cola doblada hacia un lado, hasta que su pico toca el de ella. Después salta hacia un lado y vuelve a repetir el gesto, que se hace mutuo. Esta situación es acompañada con imperceptibles silbidos que probablemente sólo pueden ser bien escuchados manteniendo los pájaros en cautividad. Pero no siempre hay una manifestación vocal y este cortejo puede ser totalmente silencioso. Pronto el macho regurgitará semillas en el interior del pico de la hembra, que inflando el plumaje se agacha y gira de un lado a otro. Cuando la construcción del nido se aproxima, los machos ofrecen pequeños tallos o raicillas a la hembra. Son ellos realmente quienes eligen el lugar donde se emplazará el nido. Este será después empezado por la hembra utilizando realmente poco material, están formados por abundantes tallos de Brezo, forrados en su interior con crines vegetales; tiene además, una pequeña proporción de plumón vegetal; briznas de hierba seca, y crines animales. Jourdain y Harrison (1940, 1975) describen nidos formados por tallos, musgo y líquenes, forrados en su interior con pelo y raicillas. Construidos por la hembra, a la que acompaña el macho en la recogida del material, pero no ayuda, están situados a una altura del suelo que varía entre 30 y 200 cm. Muy a menudo a 1,5 metros y siempre bien ocultos en el interior de un matorral, seto o arbusto espinoso. En conjunto su estructura es pequeña y sólo de forma ocasional se encuentran algunos de considerable volumen. El diámetro normal no sobrepasa 10 cm., y la copa, poco profunda, 2,5-3 cm. Realmente son muy planos y someros. La puesta normal de cuatro-cinco huevos no es efectuada antes de la última decena de abril y más corrientemente a partir de los primeros diez días de mayo.
La incubación corre a cargo completamente de la hembra, que es atendida en el nido por el macho. Este llega a él en silencio y durante este período los pájaros son extraordinariamente discretos, pasando muy desapercibidos, incluso cuando el nido está situado a escasos metros de una vivienda humana o en un jardín. La duración de la incubación es de doce-catorce días, comenzando a partir de la puesta del último huevo. La hembra guarda una extraordinaria fidelidad al nido y a menos que éste sea manipulado no lo abandona. Algunas son extrañamente sensibles a la presencia humana y otras apenas se inmutan. Los pollos al nacer tienen plumón bastante largo y espeso de color gris negruzco. El interior de la boca es rosado, con abundantes puntos gris-violáceos en los lados de la garganta. Las comisuras son amarillo pálido. La hembra permanece sentada sobre el nido hasta que los pollos tienen seis días. A partir de entonces ya no es sólo el macho quien aporta la alimentación. Ambos vuelan en su busca y juntos acuden también al nido, cebando a la vez a pollos distintos y retirando indistintamente el saco fecal, pues, como sucede con el Picogordo, esta especie también mantiene el nido muy limpio. Cada ceba se produce a intervalos de dieciocho-veinte minutos como promedio y está formada casi siempre por semillas diminutas sin triturar, que ambos pájaros conducen en las bolsas situadas a los lados de la garganta. En la época de la cría los adultos las desarrollan en el fondo de la boca, a los lados de la lengua, y cuando están completamente llenas y extendidas llegan por debajo de la quijada hasta el cuello, apreciándose muy bien cuando los pájaros llegan al nido. La garganta está entonces claramente abultada y las plumas erizadas ligeramente, lo que no es extraño teniendo en cuenta que en conjunto las dos bolsas pueden almacenar un centímetro cúbico de comida. Newton (1972), que examinó detenidamente camachuelos capturados en el invierno, no fue capaz de descubrir la menor señal de estas bolsas, por lo que probablemente es al comienzo de la primavera, y con el celo, cuando se inicia su formación. Los pollos son alimentados por regurgitación, para lo que los adultos realizan unas contorsiones previas y el plumaje de los lados de la garganta queda a menudo despeinado. Los primeros días parece probable que las semillas sean mezcladas con alguna larva o insecto (Newton, 1972). A los catorce-dieciocho días dejan el nido bien emplumados y revoloteando hasta ramas próximas. Si son molestados pueden caer del nido a los doce días. Harrison da un período muy variable entre doce y dieciocho días. Newton señala quince-diecisiete días de estancia en el nido. Dos crías son normales cada temporada, pero tres pueden producirse alguna vez. Los pollos que terminan de emplumar en agosto son, sin duda, de la segunda puesta, pero en años muy favorables una pareja puede anidar por tercera vez a finales de agosto y tener pollos volanderos en la primera semana de octubre. Muchos pollos mueren a poco de abandonar el nido y la supervivencia de los demás es difícil. Puesto que muchos adultos, en agosto, septiembre y octubre permanecen retirados u ocultos a causa de la muda, sucede casi siempre que solamente son jóvenes los que se ven vagando por la campiña. Esto falsea la ratio adultos-jóvenes y hace imposible dar un cálculo de valor. Newton, para una estación corta (dos crías), en Inglaterra estimó una ratio de adultos a jóvenes de uno tres y en una estación larga (tres crías) de uno cinco.
Pyrrhula pyrrhula se reproduce en gran parte de Europa, faltando en Islandia, norte de Escandinavia y países mediterráneos. En la Península Ibérica cría exclusivamente desde Galicia hasta la provincia de Gerona, pero no desciende su área de reproducción al sur de la Cordillera Cantábrica, salvo en el extremo occidental, que alcanza el valle del Sil, y en Galicia, que baja hasta Orense y toca el norte de Portugal. En bosquetes y sotobosques de laderas meridionales de la Cordillera Cantábrica es escaso y su densidad realmente baja. Las estribaciones meridionales de los Pirineos albergan una población no escasa, pero dispersa, que llega al Este casi hasta la misma orilla del Mediterráneo. Escasean las parejas en el Pirineo Aragonés y en el de Lérida, pero su nidificación está comprobada. Más abundante parece ser en Camprodón, Gerona (Mestre Raventós, 1971). Allí construyen sus nidos sobre plantas de Boj, situados bajo arboledas de fresnos, y robles, y también en espacios abiertos. Vaurie (1959) distingue para Europa varias razas. Pyrrhula p. pyrrhula, la de mayor tamaño, con medidas alares 88-97 mm. los machos y 87-95 mm. las hembras (Svensson, 1975), ocupa Noruega, Suecia, Finlandia, Rusia, gran parte de Alemania (excepto el Oeste), países Bálticos, Francia oriental (Vosgos, Jura y Alpes), Suiza, norte de Italia, Europa central y los Balcanes. Pyrrhula p. europaea es parecida a la anterior, pero algo más pequeña, con medidas alares variables de 77-88,5 mm. (77-83, oeste de Francia; 79-84, Holanda) y colorido más apagado debajo, y el gris de la espalda más pardusco en las hembras. Vive en Alemania occidental, Dinamarca, Holanda, Bélgica y occidente francés, llegando hasta los Pirineos, donde no sube hasta bosques de montaña. Pyrrhula p. pileata vive exclusivamente en Gran Bretaña, es similar en tamaño a europaea, pero el color rojo ligeramente menos intenso y las hembras más parduscas por debajo.
Para Iberia se define la raza Pyrrhula pyrrhula iberiae, los machos con coloración por debajo rojo bermellón y las hembras distintivamente más pálidas y más grises por encima y debajo que la subespecie europaea. En 50 machos adultos capturados entre noviembre y enero en Asturias se obtuvieron medidas alares de 78-84 mm. (promedio, 81,08 mm.). Solamente tres bajaron de 80 mm. y uno, que midió 78 mm., era extremadamente pequeño y muy pálido, teniendo un pico con longitud de 6 mm. (normal, 8-9 mm.). El promedio de pesos en 23 machos capturados en noviembre y diciembre fue de 21,91 gr. (19-28). Veintisiete hembras adultas cogidas de noviembre a enero dieron entre 76 y 82 mm. de medida alar (promedio, 79,15). Solamente nueve llegaron o superaron los 80 mm. Doce pesaron en promedio 21,25 gr. (19,7-23,5). Sólo una bajó de 20 gr. y todas fueron capturadas entre noviembre y diciembre. Sesenta y cinco jóvenes sin sexar, cogidos en junio, julio y agosto, dieron medidas alares entre 77 y 86 mm., con promedio de 80,59 mm. Solamente uno midió 86 mm. y correspondía a una captura en 6 de junio, dos de 85 mm. y 43 estaban por encima de 80 mm. Cincuenta y seis fueron pesados. Correspondían a capturas de julio y agosto y estaban entre 16 y 22 gr., con un promedio de 20,10 gr. Sólo uno pesó 16 gr. En San Miguel de Artadi, Zumaya (Guipúzcoa), siete machos cogidos en noviembre y diciembre daban un promedio alar de 80,42 mm. (80-81) y 13 hembras en los mismos meses con promedio de 78,61 mm. (76-81). Pedrochi (1975), para dos machos capturados en el Pirineo Aragonés en diciembre, da 85 y 88 mm. y para dos hembras en noviembre, 81 y 83 mm. No existe evidencia de que estos pájaros del Pirineo fueran nativos. Del examen de las medidas alares y pesos obtenidos en Asturias con camachuelos jóvenes, indudablemente nativos antes de la muda, se aprecia bien un promedio alar ligeramente superior al de los adultos, normal en los jóvenes que todavía no sufrieron desgaste en las plumas primarias. Conocido es, además, que el peso de los jóvenes es inferior al de los adultos en varios gramos a poco de abandonar el nido. El promedio obtenido en julio-agosto (20,10 gr.) se acerca mucho al de los adultos en otoño-invierno (21,58 gr.).

. Muchos árboles silvestres no padecen en el norte de Iberia la acusada vecería que es norma en países europeos de más al Norte.

VERDECILLO

Verdecillo

Serinus serinus


El más pequeño de nuestros fringílidos, el Verdecillo Serinus serinus, tiene mucha popularidad en toda la zona mediterránea y es un pájaro bien conocido. El macho en plumaje primaveral posee un color amarillo muy vivo en la frente, sobre los ojos, cerca de la nuca y sobre todo en las partes inferiores, desde el mentón al vientre, y en el obispillo, que es un rasgo inconfundible, sobre todo durante el invierno, para machos y hembras. El píleo, la espalda y las alas son de color pardo rayadas de marrón o sepia oscuro. Los lados del pecho y los flancos tienen un tono beige claro y están rayados de pardo negruzco. La cola es negruzca y muy escotada. El pico, muy corto, cónico y robusto, de color hueso oscuro, más pálido en la mandíbula inferior; patas y pies pardo oscuros y el iris de los ojos casi negro. Durante el otoño y parte del invierno adquiere este plumaje por la muda, pero entonces no es tan brillante. Solamente el desgaste produce la viveza tan acusada del color amarillo en la mayoría de los verdecillos, algunos extraordinariamente amarillos incluso en la parte superior de la cabeza y en los carrillos.

La hembra tiene menos amarillo y es más parda, con un rayado más pronunciado por encima y por debajo, siendo éste muy notorio sobre el fondo blanco amarillento de la garganta y el pecho. La raya ocular también es amarillenta y el obispillo amarillo, pero algo más reducido y más pálido. Algunas tienen la raya ocular blancuzca y en el pecho se advierte un tono beige. También en las plumas escapulares puede haber un parche amarillo. Los verdecillos jóvenes se parecen a las hembras, pero son más pálidos y rayados.

Durante la reproducción es esencialmente un pájaro arbóreo, prefiriendo no bosques densos, sino bosquetes y arboledas de especies caducifolias desde el mismo nivel del mar hasta el límite de los árboles. En la Cordillera Cantábrica alcanza los 2000 metros y en los Pirineos los supera bien. Siente preferencia por grandes avenidas arboladas, parques y jardines y es habitante de las ciudades y pueblos. Lo mismo sucede en pleno campo, viviendo cerca de caseríos y en aldeas. Los huertos de frutales y los altos setos constituyen un hábitat también muy frecuentado, lo mismo que los viñedos.

No vuela habitualmente a gran altura, sino que lo hace por entre los árboles, a la vez que canta o lanza su trino. En época de celo y reproducción vuela más como un murciélago que como un pájaro. Entonces sus planeos y giros muestran unas alas más largas de lo que parecería debía tener un pájaro tan pequeño. Camina por el suelo a saltos. En él come a menudo en compañía de varios verdecillos. Es muy sociable y no solamente en época invernal. En la primavera, donde abunda, se pueden congregar las parejas muy cerca unas de otras. En vuelo largo se nota una acusada ondulación. Canta, como ya he dicho, al vuelo, pero también desde un alto posadero que puede ser el tope de un seto o arbusto, la última rama de un árbol y también los cables del tendido eléctrico.

La alimentación es fundamentalmente vegetal. Las minúsculas semillas de plantas parásitas y gramíneas constituyen la gran mayoría de su dieta invernal. En primavera come muchos brotes tiernos de arbustos y árboles. Así el Olmo Ulmus y el Abedul Betula le atraen especialmente. En rastrojeras y campos cultivados donde crece el Cardillo Taraxacum officinale se concentran en el invierno grandes bandos. También come semillas de Capsella, Polygonum, Artemisia vulgaris, etc.

Es uno de los pájaros más sonoros de la campiña. Además del canto típico, lanza continuamente un trino largo y musical formado por repetición de notas líquidas ¡¡tirrilirrit!! o más corto ¡¡rrilit!! Durante la cría es frecuente escuchar una llamada de ansiedad, en especial cuando siente amenazado el nido por la presencia de un hombre o animal. Un ¡suiit! lo repite a intervalos regulares, mientras subsiste el peligro. A veces también el mismo sonido en vuelo de alarma de un árbol a otro. El canto es un gorjeo medio musical medio chirriante, prolongado e insistente, que no resulta desagradable de escuchar y que algunos verdecillos interpretan con cierta armonía, lo que les hace ser menos monótonos. Habitualmente el Verdecillo canta posado a gran altura, pero también es frecuente escucharlo en vuelo circular, con alas bien extendidas, planeando y posándose en la rama de un árbol sin dejar de cantar un solo segundo. En la práctica canta todo el año. En el mes de enero, con sol y temperatura benigna, se le escucha en gran parte de su hábitat meridional. Esto es más ocasional en el Norte, pero también tiene allí canto invernal. Desde febrero, en que muchas parejas quieren ya establecerse en un territorio, los machos cantan con insistencia. Mayor intensidad tiene su voz en junio. Muy poco canto en agosto y septiembre. A mediados de octubre se escuchan ya algunos y en los meses de noviembre y diciembre es intermitente.

Los machos empiezan a establecerse en un territorio no muy grande ni bien delimitado a partir de febrero. Todavía algunos no han llegado para finales de abril. La arribada de las hembras es discreta, porque el continuo canto del macho atrae toda nuestra atención. Pronto, sin embargo, aquéllas se hacen notorias cuando los dos miembros de la pareja vuelan juntos lanzando el característico ¡¡rrilit!! A finales de abril y en lugares muy favorables, incluso en marzo, ya empiezan las hembras la construcción del nido, muy pequeño y generalmente bien oculto en las ramas de un arbusto, una planta ornamental, un árbol frutal, una conífera, etc., a una altura variable entre 1,5 y 12 metros. La estructura del nido está formada por musgo, poca hierba seca, líquenes y raicillas, unido todo muy sólidamente con telas de araña. El interior está forrado invariablemente con pelo y plumas. Cada puesta consiste en 3-5 huevos, muy pequeños, de color azul pálido punteados de rojizo o violáceo y acumulándose sobre el extremo más ancho. Muchos huevos tienen un tinte general verdoso, son lisos y brillantes. Jourdain y Rey, para 100 huevos de diversas procedencias, obtuvieron un promedio de 16,17 x 11,86 mm., con un máximo de 17,6 x 12,5 mm. y un mínimo de 14,4 x 11 mm. D'Almeida, para 20 colectados en el Norte de Portugal, da una media de 15,8 x 11,9 mm., con extremos de 14,6 a 17,5 x 11 a 12,9 mm. La incubación es realizada por la hembra sola, aunque se asegura que el macho también colabora. En el nido es alimentada a menudo por el macho, que mientras ella permanece allí no deja de cantar. Después de 12-14 días nacen los pollos cubiertos de plumón gris pálido, largo y muy escaso. El interior de la boca es rosa y no hay puntos oscuros sobre la lengua. También son rosadas las comisuras. Alimentados por ambos adultos, mucho más por la hembra, con materia vegetal que regurgitan, los jóvenes verdecillos se desarrollan muy bien y rápidamente, dejando el nido a los 14-16 días de edad y siendo cuidados y cebados muy a menudo en el suelo por los padres, por lo menos durante otra semana antes de que sean independientes. Dos crías anuales son normales en su área norte de reproducción, pero probablemente en zonas meridionales, donde las primeras puestas ya pueden ser encontradas en el mes de febrero, debe haber tres crías por lo menos.

Serinus serinus es una especie en franca expansión que de un hábitat típicamente mediterráneo ha pasado a ocupar la mayor parte del Continente europeo. Las personas que asocian a este pájaro con las ciudades y pueblos del extremo meridional de Europa se sorprenderían al ver cuántos crían hoy en Alemania, Polonia e incluso en el extremo sur de Suecia y en Inglaterra, al menos una pareja crió con éxito, la primera conocida, en 1967. Por el Oriente llega hasta Ucrania, los Balcanes y Asia Menor y por el Sur hasta la zona meridional de Marruecos. En la Península Ibérica y en las islas Baleares es especie común en todas las estaciones del año. Mayor densidad tiene, sin embargo, en la zona mediterránea, pero no es baja en el Norte. En otoño e invierno los bandos recorren los campos, praderas y rastrojeras en una trashumancia que dura hasta marzo. Muchos son invernantes extrapirenaicos que llegan a partir de septiembre y octubre y el paso se hace muy sensible en todas partes, desde el País Vasco hasta el Estrecho de Gibraltar. Aquí, Thiollay y Perthuis (1975), en solamente dos puestos de observación durante los primeros veinte días de octubre de 1974, anotaron el paso de 728 con dirección al norte de Africa, donde, sin duda, incrementarán la población habitualmente invernante allí a base de pájaros nativos y del Continente europeo.

El anillamiento ha demostrado, como sucede con la mayor parte de las especies de fringílidos, una gran fidelidad a sus lugares de nacimiento, y salvo en estas épocas de trashumancia invernal, los verdecillos son sedentarios e incluso es ya seguro que muchas parejas practican el erratismo no lejos de su lugar de reproducción. El paso primaveral a partir de los primeros días de marzo y sobre todo en la primera quincena de abril es muy intenso en el País Vasco. Los bandos vuelan dispersos, no están formados por muchos ejemplares, machos y hembras pasan juntos y normalmente en compañía de lúganos, Carduelis spinus y jilgueros, Carduelis carduelis.

En los últimos veinte años se aprecia en zonas del norte ibérico una ligera baja en la densidad de parejas reproductoras. Localmente ha llegado a ser escaso e incluso también descendió el número de los que se ven en paso primaveral, lo que parece estar en contraposición con la expansión experimentada en Europa durante los mismos años.

VERDERON

Descripción
Mide de 13 a 15 cm de largo. El macho es de color verde amarillento, con llamativas manchas amarillas en las alas y cola. La hembra es de color más apagado y tienen tonos marrón castaño en la parte posterior, y las manchas de sus alas y cola son de color amarillo pálido. Es un ave que se adapta facilmente en cautividad..
Subespecies
El C. chloris (forma nominal) se encuentra por toda Europa de Norte a Sur. Ha sido reintroducido en Argentina, Uruguay y Australia.
Existen tres subespecies catalogadas:
"        C. chloris aurantiventris: desde el Sur de Europa al Norte de Africa.
"        C. chloris chlorotica: Siria y desde el Líbano a Egipto.
"        C. chloris turkestanica (Zarudny, 1907): Montañas del Cáucaso, Irán, Afganistán e Irán.
Canto [editar]
Su gorjeo está bastante articulado e intercala algunas notas típicas de llamada, aparece puntuado por un silbido sostenido <<tsuip>> nasal, que parece como si fuera producido por una inspiración forzada. Imita también los cantos de otras aves.
Alimentación [editar]
Su pico corto y cónico es lo suficientemente poderoso para cascar semillas grandes y duras. Semillas de cereales, tomadas sólo cuando se han desprendido de la espiga; semillas de árboles: sámaras de olmo (Ulmus minor) , tilo (Tilia spp.) y fresno (Tecoma amarilla) , piñones; bayas como las de tejo (Taxus baccata) , zarza (Rubus ulmifolius) y escaramujo (Rosa canina) ; insectos entre los cuales se cuentan áfidos, hormigas, escarabajos y asimismo arañas. En algunas ocasiones devora los brotes de árboles frutales, pero raramente hasta el punto de constituir una plaga. En otoño visita los viñedos y frutales para comer fruta madura. Soporta bien los rigores del invierno y sabe encontrar su alimento incluso cuando la capa de nieve es espesa.
Hábitat
En aquellas zonas de vegetación escasa y poco densa se confina en los pinares, que constituyen quizás su hábitat original. En todos los demás lugares se le encuentra en los alrededores de casas, jardines y granjas, permaneciendo ausente de los lugares más remotos de la campiña. A finales del verano, se congrega en grandes bandadas, que merodean por los campos arados y silos en busca del grano caído y semillas de plantas silvestres, especialmente aquellas que medran en terreno cultivado.
Reproducción [editar]
Cuando llega el mes de marzo el macho alterna su silbido inspirado con un vuelo ascendente desde la rama en que se posa y una especie de suspensión en el aire por medio de lentos aleteos, a la manera de las mariposas o murciélagos, sin cesar de gorjear. Esta acción constituye la parte principal de su exhibición galante. Cría en las arboledas y arbustos tupidos de las zonas habitadas, parques, jardines, huertos, frutales y en los cipreses de los cementerios y todos los bosquecillos e hileras de árboles del ámbito rural. Tiende a anidar en grupos. Por regla general, el nido suele ser construido en un seto o arbusto verde con raicillas finas, musgo y lana; es revestido de raíces, pelos, plumas. Los huevos, de 4 a 6, son puestos en mayo; su color varía entre el blanco sucio y el azul verdoso con manchas pardas, rojizas o violáceas, y sus dimensiones son de 19 por 12 mm. Sólo la hembra cuida de la incubación, que dura dos semanas; entre tanto, es alimentada por el macho que permanece inmóvil desde un posadero cercano. Luego ambos, una vez nacidas las crías, los alimentan durante 13-16 días por regurgitación de insectos y de semillas aplastadas. Piden alimento a sus padres con un <<duil-duil>> interminable. Cuando la hembra se dispone a hacer otro nido, el padre tiene que quedarse sólo a cargo de ellas hasta que consigan el alimento por sí mismas. Cuando adquieren sus primeras plumas, permanecen junto a sus padres, formando un grupo familiar muy unido. Realizan dos puestas anuales, ocasionalmente tres.
Al final de la época de cría se reúnen en bandadas numerosas que incluyen también pájaros migrantes que llegan del norte en otoño y vuelan sin rumbo a través de bosques, campos, estepas y cultivos.
Vida en cautiverio
Reproducción
Una pareja necesita al menos una jaula de un metro de longitud o mayor. No es bueno alojarlos en un espacio mas reducido porque pueden aparecer problemas de agresividad entre ellos. La voladera es más recomendable porque incluso se puede poner un macho con dos hembras al mismo tiempo. Comienza a mediados de febrero, se les separa con una rejilla divisoria para que vayan conociéndose. En marzo se quita la rejilla, pero si no se llevan muy bien se les vuelve a separar y se intenta de nuevo a juntarlos pasadas dos semanas. En el momento en que la hembra solicite alimento al macho y éste se lo ofrezca se les proporciona un nido y material para que lo rellenen. El nido se coloca en un extremo del frontal de la jaula camuflado por afuera con plantas de plástico. Utilizan hilos de saco de arpillera de unos 10 cm de longitud y lo terminan de rellenar con pelo de cabra principalmente. Si hubiera ocasión, sería muy útil darles el material de un nido encontrado en la naturaleza pero con la precaución de hervirlo para eliminar cualquier parásito y luego dejarlo secar al sol. La puesta es de 4 a 5 huevos. No es necesario reemplazarlos por otros de plástico porque ella empieza a incubarlos al poner el último huevo. Se pueden dar situaciones de agresividad del macho en que los rompa. Los polluelos nacen a los 13 días y abandonan el nido a los 14-15 días pero a veces regresan de nuevo a dormir. Cinco días más tarde se les vuelve a colocar la rejilla de separación dejando la pareja a un lado con un nuevo nido y a las crías en el otro lado. Ellas seguirán pidiendo el alimento a sus padres y no sufrirán agresiones por parte del macho o que la hembra les arranque las plumas. Cumplidos 30 días de edad se les saca definitivamente de la jaula. Conviene agruparlos por edades, en grupos de cinco o seis, en voladeras espaciosas.
Alimentación [editar]
A base de una buena mezcla de semillas según la época del año. Se complementa con fruta o verdura una o dos veces por semana.
Tabla de porcentajes de la mezcla de semillas en su dieta básica
Tipo de semilla        Nombre científico        Porcentaje
Alpiste        Phallaris canariensis        60 %
Perilla blanca        Perilla ocymoides        15 %
Cardo        Cirsium vulgaris        4 %
Lechuga blanca        Lactuca sativa        4 %
Linaza        Linum usitatissimum        4 %
Nabina        Brassica rapa        4 %
Cañamón        Cannabis sativa        3 %
Girasol        Helianthus annuus        2 %
Aparte de la mezcla de semillas indicadas en la tabla inferior, su dieta se complementa con otros alimentos según el momento en que esté la cría.
"        Comienzo
Complejo vitamínico, fruta o verdura día si y día no. Pasta de cría seca mezclada con semillas germinadas los días alternos.
"        Construcción del nido
Añadir huevo cocido a la mezcla de pasta de cría seca con semillas germinadas.
"        Incubación
Solamente la mezcla de semillas y cada dos o tres días algo de verdura o fruta.
"        Nacimiento
Pasta de cría seca mezclada con semillas germinadas alternando con otra pasta de cría seca con huevo cocido, yema, clara y cáscara. Una hoja de lechuga por las mañanas y una rodaja de manzana por las tardes.
"        Salida del nido
Pasta de cría seca con semillas germinadas alternando con otra con pasta seca sin añadidos.
Tabla de porcentajes de la mezcla de semillas en su dieta de cría
Tipo de semilla        Nombre científico        Porcentaje
Alpiste        Phallaris canariensis        40 %
Lechuga blanca        Lactuca sativa        20 %
Nabina        Brassica rapa        10 %
Perilla        Perilla ocymoides        10 %

PARDILLO

 Pardillo Común

Carduelis cannabina

La apariencia del Pardillo Común, Carduelis cannabina, es la de un pájaro con el plumaje pardo acastañado, si lo observamos de lejos. De cerca se aprecian bien en el macho el castaño vivo de la espalda, la cabeza grisácea, las rectrices exteriores de la cola blancas y, sobre todo, muy acentuado en la primavera y en el final del invierno, el color rojo sangre o escarlata de parte de la frente y del píleo y en el pecho. Las alas y la cola son marrones o pardo negruzcas. Las plumas primarias tienen bordes blancos que destacan mucho sobre el general fondo oscuro. El mentón y la garganta son beiges con rayas oscuras, casi negras. Los flancos tienen un matiz beige vivo, sobre el que se ve bien un rayado de color castaño. Las variaciones individuales son considerables, y el desgaste del plumaje puede cambiar los tonos de la coloración. A menudo algunos poseen la garganta casi blanca, y al volar su apariencia es la de un pájaro claro. Los bandos en vuelo alto dan la sensación de estar formados por pájaros con el plumaje en cierto modo blanco plateado. Algunos nos sorprenden por poseer en la cabeza (frente y píleo) y en el pecho un color dorado rojizo. Sin duda, alguna carencia de la dieta alimenticia tiene la culpa de este extraño colorido, puesto que no pocos pardillos que mudan en cautividad pierden el rojo y después de la muda completa de agosto-octubre aparece en su lugar un tono beige dorado.

Las hembras poseen un plumaje más apagado. Falta el color castaño vivo de la espalda y plumas cobertoras de las alas y el rojo de la cabeza y el pecho, siendo este último muy rayado de pardo.

Los jóvenes pardillos se parecen a las hembras adultas en el invierno. Son menos rayados y en las partes inferiores más pálidos y con líneas más finas y menos marcadas. Pronto se distinguen los machos de las hembras, porque aquéllos son notoriamente más castaños en el dorso. En general, el plumaje otoñal de los machos es poco destacado y el rojo de la cabeza y el pecho está a menudo cubierto parcialmente por el beige o gris de las plumas. En todos, adultos y jóvenes, la cola es muy ahorquillada y larga. El pico, corto y cónico, pardo oscuro, con la base de la mandíbula inferior grisácea. Los tarsos y los pies son pardo oscuros, y el iris de los ojos muy oscuro, pardo negruzco.

El Pardillo Común es habitual en campo abierto, laderas de monte bajo, tojares sobre todo, terrenos que han sido cultivados y están abandonados o en reposo estacional, plantaciones y viveros de árboles, eriales, zonas de rala vegetación a alto nivel con arbustos dispersos, montañas, etc. Normalmente rehuye el arbolado denso y muy rara vez se le puede observar cerca de sotobosques, pinares, árboles caducifolios, etc. . Sin embargo, en campiña abierta utiliza con frecuencia árboles dispersos o secos como posadero, y a ellos pueden tener extraordinaria querencia los bandos y grupos de parejas que crían en la zona. En el invierno los bandos vagan por campos costeros, rastrojeras, marismas y terrenos agrícolas, aunque sean pequeñas huertas, viéndoseles entonces cerca de casas de campo y granjas. No son, sin embargo, tan dados a acercarse a las viviendas humanas, y las aldeas y pueblos son sobrevolados sin que jardines y parques les atraigan más que como posadero ocasional. No obstante, es pájaro común a partir del otoño en riberas y campos de las afueras de las ciudades.

Es una de las especies más abundantes de nuestra campiña que ha pasado por numerosas vicisitudes. Desde una casi completa desaparición en toda la zona Cantábrica en los años comprendidos entre 1912 y 1940, hasta un resurgimiento que se hace ahora muy notorio, puesto que las pequeñas colonias de cría proliferan en todas las laderas montañosas.

En el suelo se comporta como los demás fringílidos. Salta al caminar y se agacha más aún al comer, pero también si intuye algún peligro se yergue inmóvil dispuesto al vuelo. Es más tímido y no permite el acercamiento, a no ser durante la época de la reproducción. Mucho más gregario, no solamente las parejas viven agrupadas en el otoño e invierno, sino que durante la primavera varias de ellas anidan muy juntas, formando auténticas colonias de envergadura variable que pueden ir desde 2-3 parejas hasta 50 o más. Se posan al descubierto en árboles aislados, pero prefieren arbustos bajos y sobre todo alambradas de cercas. Su vuelo resulta inconfundible, rápido y ondulado, pero no realmente directo. Si levantamos un bando que come en un campo, a menudo gira sobre nuestras cabezas o simplemente se eleva unos metros sobre el suelo y se posa un poco más lejos, bien en el suelo o en arbustos, donde permanecen inmóviles observando al intruso hasta que éste se aleja. Entonces no todos a la vez, sino uno a uno, van descendiendo nuevamente hasta el campo o el rastrojo. No es raro verlos en compañía de otros fringílidos y emberícidos, pero los grandes bandos están casi siempre formados por pardillos solamente.

Al volar, el Pardillo  Común lanza una nota muy característica e inconfundible, que tiene quizá un sonido metálico: ¡quit-quit-quit...! Al posarse y notar peligro para su nido emite un lastimero ¡tsuiit! El canto es uno de los más ricos en notas y agradables que un pájaro nos puede deparar. Su musicalidad es tan grande que las notas aflautadas, combinadas con otras que parecen más bien interpretadas con un instrumento de cuerda, no pueden ser aquí descritas, ni siquiera en forma aproximada. Normalmente canta bien al descubierto, con preferencia sobre la rama alta de un arbusto no muy crecido, pero también lo hace en una lateral. Varios machos pueden formar un coro cerca de la colonia o bien al final del invierno, cuando ya muchos presentan evidentes señales de celo. En vuelo canta también y lo hace sostenidamente. No tiene un gran poder de transmisión, pero en la campiña silenciosa la limpieza de sus notas suple cualquier debilidad en la propagación. Alguna vez canta desde el suelo. Lo hace durante todo el año, pero con verdadera fuerza e insistencia a partir de la segunda semana de marzo hasta finales de julio. Hay períodos en plena primavera en que el canto sufre un cierto desvanecimiento. En el verano, desde agosto hasta octubre, el canto es más esporádico, y durante el invierno, desde noviembre a primeros de enero, la mayoría de los machos se mantienen silenciosos y sólo emiten al volar su típica llamada.

Más que ningún otro fringílido, el Pardillo Común es muy dependiente de la abundancia o escasez de semillas de plantas parásitas y gramíneas que crecen en los campos y rastrojos. Aunque el nombre latino indica claramente que esta especie está ligada al Cáñamo, Cannabis, la realidad es que en Europa pocas oportunidades tiene de comer las semillas de esta planta. De acuerdo con Newton (1972), las semillas de las plantas de las familias Cruciferae, Polygonaceae, Chenopodiaceae y Compositae, son las favoritas. No puede hacerse aquí una valoración exacta de lo fundamental en la dieta, porque hay que tener en cuenta el especial biotopo de cada población de pardillos. Stellaria, Poa, Taraxacum, Rumex, Ranunculus, Sinapis, Carduus, Cirsium, Polygonum, Chenopodium, Artemisia, etc., están entre las plantas que proporcionan la mayor parte de las semillas que comen los pardillos. Unas directamente de la planta, encaramándose en ella, como sucede con los cardos, y otras en el suelo, donde van formando una capa que no es precisamente muy visible a los ojos humanos, pero sí a los de estos pájaros, que en todos los campos encuentran siempre algo que comer. Adicionalmente también comen insectos, pero sobre todo sus larvas, y con ellas alimentan en los primeros días a los pollos. No es muy aficionado a comer, sin embargo, frutos de arbustos y árboles, ni siquiera los brotes de éstos.

No es muy espectacular la demostración que los machos efectúan ante las hembras en la época del celo. Normalmente levantan las rojas plumas del píleo a la vez que dejan colgando las alas ligeramente abiertas y la cola bien desplegada, de manera que queden bien patentes las manchas blancas de las rectrices exteriores. Juntamente con esta demostración, los machos cantan intensamente. Su voz se oye también en vuelo cuando descienden desde una altura normalmente no superior a 10 metros, manteniendo las alas rígidas hasta posarse en un arbusto bajo.

El Pardillo Común es un reproductor que madruga mucho en sus manifestaciones de celo. Algunos ya en febrero se separan de los bandos y se establecen en su territorio habitual. Si ya han criado el año anterior, vuelven al mismo lugar. Las parejas jóvenes no se alejan mucho de la zona donde nacieron, y algún joven emparejado con un adulto del año anterior puede criar exactamente en el mismo lugar donde nació. La construcción de los nidos empieza casi siempre en la primera o segunda semana de abril, pero ocasionalmente se ven nidos terminados en los últimos días de marzo. La temporada de cría puede decirse, sin embargo, que no comienza con intensidad para esta especie hasta la mitad de abril, y en la primera semana de mayo todas las parejas están comprometidas incubando o terminando el nido. Este, situado en general a baja altura, está normalmente no más alto de un metro, casi siempre a 30-60 cm. y ocasionalmente en el mismo suelo entre matas de hierba. Cualquier arbusto es bueno para anidar este pájaro, pero prefiere el Tojo Ulex donde lo hay y también el Brezo Calluna vulgaris. Generalmente forma pequeñas colonias de 4-12 parejas y ocasionalmente más. Nidos en taludes bajos se encuentran algunas veces, y hay parejas especializadas en anidar siempre de esta forma. El nido es construido exclusivamente por la hembra, utilizando tallos secos, musgo y hierba. El interior está forrado con pelo y lana, ésta a menudo suelta; también hay plumón y alguna pluma. La puesta normal es de cuatro-seis huevos, pocas veces siete y habitualmente cuatro o cinco. Su color es azul pálido o blanquecino con ligero tinte azulado, manchados con puntos y rayas de tono violeta rojizo, rosáceo, a menudo agrupados en el extremo más ancho. Algunos tienen manchitas moradas casi negras. Otros pueden ser solamente blancos o azules y sin marcas o éstas muy imperceptibles. Jourdain, para 100 huevos colectados en Gran Bretaña, obtuvo un promedio de medidas de 18,04 x 13,31 mm., con un máximo de 19,8 x 13,6 mm. y un mínimo de 17,5 x 12 mm. D'Almeida, en 35 recogidos en el norte de Portugal, encontró una media de 17,2 x 12,9 mm., con extremos de 15,6 a 18,7 x 12 a 13,5 mm. La puesta es efectuada con intervalos de veinticuatro horas y la hembra comienza la incubación a partir del tercero. El macho acude a veces al nido, pero no colabora en la incubación. A los once-doce días (diez-doce, Jourdain; diez-catorce, Harrison; once-doce, Newton) nacen los pollos cubiertos de plumón bastante largo y denso de color gris humo. El interior de la boca es rosa, no hay manchas oscuras en la lengua y las comisuras son rosa pálido. Durante cinco-siete días la hembra se sienta en el nido para cubrir a los pollos y los cuatro primeros días apenas los ceba, corriendo a cargo del macho la aportación de alimento. Desde el quinto día ceban ambos y, como sucede con otros muchos fringílidos, es frecuente que ambos adultos acudan a cebar juntos. Permanecen en el nido once-trece días (once-doce, Newton). Dos crías son normales en cada estación y no infrecuentes tres. En condiciones favorables pueden encontrarse nidos de pardillos hasta los primeros días de septiembre.

Carduelis cannabina es especie abundante en Europa a todos los niveles, desde playas y dunas costeras hasta el límite de la vegetación a alturas que superan los 2.500 metros. Falta en la mitad septentrional de Escandinavia y en Islandia. En la Península Ibérica abunda en todas las regiones y superada una baja densidad, cuyas causas no se conocen, es ahora uno de los pájaros más comunes en todo el norte ibérico. En Europa, Vaurie (1959) admite una variación clinal en la coloración del plumaje y en el tamaño que va desde el Norte al Sur. Las variaciones son muy ligeras y no muy constantes. Los pardillos del área mediterránea son de tamaño menor y ligeramente más pálidos. A la vez hay considerable variación individual dentro de la población ibérica en la superficie ocupada por el color rojo de la cabeza y el pecho de los machos.

El Pardillo Común es sedentario, aunque sometido a movimientos de otoño e invierno en partes de su área europea de reproducción. Generalmente los adultos que ya han criado se mueven menos y su erratismo suele ser de corto radio. En los jóvenes hay ya una franca trashumancia a partir de agosto y una gran parte emigra hacia el Sur, recorriendo grandes distancias dentro del Continente europeo. Desde Escandinavia inician los bandos una franca dirección hacia el Oeste y Sudoeste, que sigue las costas del Mar del Norte y del Canal de la Mancha y penetrando en Francia atraviesan su mitad occidental, llegando a Iberia y el norte de Africa. En esta corriente o flujo de migrantes hay pardillos belgas, ingleses, escoceses, alemanes, etc., como se comprueba con la gran cantidad de recuperaciones de anillados en casi todo el ámbito nacional. Al ser un pájaro muy capturado para enjaular, sus movimientos migratorios se han estudiado bien. El paso por las Landas francesas, Navarra y el País Vasco es acusado anualmente, sobre todo en pleno día. El paso otoñal es fuerte a partir de finales de agosto, pero con especial intensidad desde los primeros días de octubre hasta últimos de noviembre. En primavera se aprecia bien desde el 10-15 de marzo y durante todo el mes de abril e incluso en algunos días de mayo. Los pardillos vuelan en grupos de 5-50 individuos, aunque hay a menudo bandadas muy numerosas. Newton (1972) considera que este pájaro es caprichoso en sus migraciones. Pardillos ingleses, que un invierno permanecen en su zona de reproducción, pueden emigrar al año siguiente y viceversa. Otros se alejan de la ruta principal y alcanzan zonas alejadas como Asturias, Galicia, norte de Portugal, norte de Italia y Cerdeña. En las costas cantábricas existe un considerable movimiento por campos y playas del litoral, aunque no hay evidencia de que la mayoría no sean nativos. Estos efectúan desplazamientos hacia el Sur, pero, sin duda, no todos. Uno, anillado en Santa Colomba (León) el 15 de mayo como adulto macho, fue capturado en otoño en Benamejí (Córdoba), a 600 km. al Sursudeste. Otro, marcado en julio en Soria, fue encontrado en diciembre siguiente en Alhama (Granada), a 550 km. al Sur. En Melilla fue recuperado en octubre un Pardillo anillado en Castillejos de Iniesta (Cuenca) dos meses antes. Esta travesía del Mediterráneo pudiera corresponder a un pájaro nativo en Iberia. Muchos de los que llegan al norte de Marruecos, donde Pineau y Giraud-Audine (1976) observan bandos mixtos con jilgueros de 4-5.000 individuos, son pardillos de origen europeo y entre ellos no pocos ibéricos. A través del estrecho de Gibraltar su paso es muy notable. Thiollay y Perthuis (1975), en veinte días de octubre, observan el paso de 10.949, con mayor intensidad desde el 13 al 20, fechas en las que pasaron la mayoría de los contados desde únicamente dos puntos cerca de la costa española (Sierra del Algarrobo, Algeciras y Cerro de Cazalla, Tarifa). En toda Iberia es uno de los pájaros más abundantes desde octubre a marzo. En Baleares, además de una importante población nativa que cría en todas las islas, hay gran cantidad de invernantes procedentes de Centroeuropa, como se ha comprobado con las recuperaciones de anillados.